Víctor Bravo
El giro
Como si la tierra se hubiese desplazado de su eje, la cultura occidental realizó el más espectacular desplazamiento, renunciando a la más firme de las certezas, el fundamento teleológico, y precipitándose a la orfandad de un mundo sin Dios, al estado de conciencia, a la vez de libertad y de angustia, de la crítica a la verdad y a la fijeza ontológica de lo real. Precipitándose en la modernidad: horizonte de libertad, de negaciones y reconstrucciones, y de nuevas estructuras de dominio. Desplazamiento que Weber describió como del desencantamiento del mundo.
En este nuevo horizonte el arte rompe y busca otras formas de reconciliación con el persistente canon de la belleza, conquista, en una continua pérdida y reconquista sin cesar, una dimensión de autonomía, refiere nuevos cánones, frágiles, como el mismo horizonte de la modernidad, funda y pone en crisis su pro- pio estatuto, quiebra la ilusión de la representación y, en su pro- pio desbordamiento, se da de bruces contra el límite imposible del silencio, del sin sentido, de la negación de los fundamentos. He ahí el arco que ha recorrido el arte y la literatura, desplazándose por las especulares y de seguro turbulentas aguas de la conciencia crítica.
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